27 de enero de 2014

Hacia el enfoque de la Metodología y el análisis

Borrador 

Actualidad de los clásicos marxistas


Veinte años constituyen veinte promociones académicas y tres generaciones culturales (según la teoría de las generaciones sociales), ver: Theory of generations, Generations, Obras de Ortega) lapso correspondiente al inicio de la actual crisis socio-económica en Suramérica (1990). 

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José Ortega y Gasset

La deuda externa va decreciendo en la región, pero los sectores informales siguen multiplicándose en los distintos países. La explotación de unos cuantos sobre las mayorías de las clases trabajadoras sigue en aumento en sus dos formas principales: 

- la que se impone a los pueblos a través de tributos 
- la que se impone a los trabajadores mediante reducciones 
   directas e indirectas a sus salarios.

A diferencia de la situación, hace 25 años, padecemos la utopía neoliberal; la pobreza y la desnacionalización que afectan nuestras tierras, por la llamada "revolución neo-conservadora". 

Desde hace más de dos décadas vivimos la implantación de esa ideología. Sus propuestas traspasan los dominios de la economía y de la política, y sus difusores han elaborado una creencia tecnocrática que invade todos los espacios y ámbitos de nuestras sociedades, incorporando en sus elucubraciones teórico-políticas, elementos tan dispares como el funcionalismo estructural y la sociología weberiana, acerca del capitalismo; así como el estudio sociológico de origen cibernético con análisis histórico-políticos al estilo de Raymond Aron y los aportes político-mitológicos de Zbignew Brzezinski.

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Raymond Aron

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Zbignew Brzezinski

La presencia de la "revolución neolibera" es una de las causas desorientadoras de la ciencia social en nuestra América. Esta crisis se vino gestando por la convergencia del abandono y el olvido, en los científicos sociales, de los asuntos y la interrogantes sobre desarrollo; dándose por concluida la discusión sobre los modos de producción. Porque se creyó que el marxismo se había "estancado". 

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Parece que no se deseara recuperar, por ejemplo, la contribución teórica de Raúl Prebisch –imprescindible para entender los cambios sociales en nuestra región. En un afán por quererse "actualizar" o "reubicar" en la llamada post-modernidad, se habla de la quiebra de los grandes paradigmas y se preconiza el fin del período clásico, iniciado por Augusto Comte y Karl Marx

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Con mucha influencia, en nuestro continente, Alaine Touraine se convirtio en crítico despiadado de los clásicos. Para él la descomposición de ese pensamiento heredado luce irreversible, puesto que "ha cambiado el objeto mismo de la Sociología". Se trata de dejar de lado "rancias nociones del capitalismo y el industrialismo", consideradas como inadecuadas para explicar la contemporaneidad. Según éste ideólogo se requieren nuevos parámetros para entenderla.

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Octavio Ianni explicita la conclusión a la que llegan estos críticos "post-modernizantes". Algunos afirman que sostener la importancia de los clásicos y el regreso a ellos es señal de inmadurez, de ciencia en formación y, por lo tanto, aún no constituida. 

Por consiguiente, este tipo de opiniones impele a reconsiderar tendencias fundamentales en la ciencia social, como

- el empirismo o positivismo comtiano 
- el estructuralismo de Lévi-Strauss
- el historicismo weberiano 
- el marxismo

Confrontamos en un tercer nivel a Émile Durkheim, Talcott Parsons, Claude Lévi-Strauss, Max Weber y Marx, los grandes forjadores de la ciencia social

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Sin soslayar los puntos de vista de Touraine y de Robert K. Merton, entre otros, vamos a las teorías de Anthony Giddens en Los Nuevas Reglas del Método Sociológico y de Jeffrey C. Alexander en La Centralidad de los Clásicos, cuya tesis es, que estos forman el eje, pues la ciencia social requiere un enfoque diferente de la ciencia natural, tesis clave para la metodología que discutiremos:

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- El discurso es esencial en la ciencia social. El discurso sociológico abarca modalidades de debate más generalizadas que las discusiones científicas habituales. Mientras éstas se apoyan en la evidencia empírica y la lógica inductivo-deductiva, el discurso de la ciencia social se centra en los procesos de razonamiento (o en el proceder mediante razonamientos) más que en los resultados de las experiencias inmediatas. Esta forma discursiva de argumentación refiere a los clásicos, cuya centralidad en la ciencia social se debe a dos tipos de razonamientos:

- extrínsecos, o funcionales, que sirven de referencia básica, haciendo posible sostener enfoques generales y simultáneamente delimitar el discurso sociológico.

- intrínsecos; más significativos aún, puesto que a estas obras se les concede el rango de clásicas por su contribución permanente a la ciencia social –que no se aprende por la imitación de una manera de resolver problemas empíricos, sino que depende de la capacidad del científico, para captar, no sólo el entorno histórico, sino para interpretar las realidades sociales ya expuestas en los clásicos: Durkheim fue un maestro en la interpretación de los estados mentales, mientras que Georg Simmel, Marx y Weber elaboraron reformulaciones modélicas del pensamiento empírico. 

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Es imposible entender el capitalismo inglés del s.19, sin tomar en cuenta los argumentos expuestos por Marx en El Capital. Algo semejante ocurre con Weber. Para entender la modernidad nos limitamos a observarla, hay que releer las páginas finales de La Etica Protestante y el Espíritu del Capitalismo.

En síntesis, el discurso ensamblado sobre las obras fundamentales de la Sociología es una modalidad legítima del debate científico racional; el análisis de nuevas significaciones en esos textos es una vía legítima para reorientar el trabajo científico, clave para el debate.

Estas consideraciones básicas tienen vigencia en el ámbito suraméricano: la crisis y la desorientación, ya típicas en el dominio de la ciencia social, sólo se superan a medida que vamos captando las propuestas de los clásicos. El retorno a su lectura mecánica no es el remedio. Sin embargo, no deja de ser un recurso insustituible.

Los argumentos presentados adquieren fuerza si los observamos desde la perspectiva pedagógica. En este sentido, este ensayo va dirigido a los estudiosos de las disciplinas que integran la ciencia social, quienes deben familiarizarse con los temas discutidos por los clásicos. 

El enfoque metodológico que estudiaremos presupone el conocimiento de esos autores y, sólo los estudiantes que se encuentran más allá de la mitad de sus carreras se supone que estén capacitados para seguir críticamente los planteamientos teóricos y entender el por qué de la ubicación de la metodología como etapa intermedia entre la teoría y las técnicas. Por ejemplo: Durkheim, Marx y Weber son admirables, no sólo por la solidez de sus formulaciones teóricas sobre la anomia, la plusvalía, el espíritu del capitalismo, etc., sino por el rigor de sus investigaciones empíricas. 

Obviamente, estas reflexiones metodológicas no se limitan ni agotan con los clásicos; aplicaremos igualmente el análisis crítico a escuelas en boga, desde el 'interaccionismo simbólico' y la etnometodología hasta el individualismo metodológico y las manifestaciones empíricas de las escuelas neoliberales. Aunque el énfasis recae en las que han surgido en la periferia capitalista, llegando a producir sus conocidos frutos empíricos.

(versión libre del Prefacio en Metodología, de J.A. Alonso, 1998).